“Éramos compañeros de colegio, hoy lloro su partida”: el recuerdo de un vecino de Villa General Belgrano sobre el Papa Francisco

Hugo Morelli conoció a Jorge Bergoglio en la adolescencia, cuando compartían estudios de química en Buenos Aires. Tras la noticia de su fallecimiento, lo recuerda como un amigo cercano, generoso y comprometido desde joven con la fe y los demás.

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Una amistad nacida en la escuela secundaria

Hugo Morelli, vecino de Villa General Belgrano, conoció a Jorge Mario Bergoglio en 1950, cuando ambos ingresaron a una escuela de química en el barrio de Floresta, en Buenos Aires. “Éramos unos 30 al principio. Al final quedamos 16. Él siempre fue el número uno de la división”, recuerda.

Desde joven, Bergoglio mostraba una marcada vocación religiosa. “Cuando dos compañeros dijeron que no habían tomado la comunión, él se ofreció a enseñarles catequesis y llevarlos a la iglesia. Ya tenía esa entrega por los demás”, cuenta Morelli. Compartieron seis años de estudios y una amistad que perduró en el tiempo, incluso cuando Bergoglio ya era el Papa Francisco.

papa francisco

 
Reencuentros, cartas y un almuerzo en el Vaticano

Los caminos se distanciaron, pero nunca se cortaron del todo. Tras años en Ecuador, Morelli regresó a Argentina y retomó el contacto con sus compañeros. “Cuando supe que era arzobispo de Buenos Aires, le mandé un mail. Me respondió enseguida”, relata. A partir de allí, comenzaron a reunirse un par de veces por año, muchas veces en el arzobispado.

“Charlábamos de la secundaria, de nuestras vidas, nunca de religión. No hacía falta”, dice. En 2015, Morelli y su familia viajaron a Roma para visitarlo. “Nos recibió sin protocolo, como siempre. Me dijo: ‘No te me vengas con saco y corbata, que no te recibo’. Así era él, cercano, simple”.

Hugo Morelli de VGB con Papa Francisco

 
“Hace 13 años lloramos de alegría, hoy lloramos de tristeza”

Con la muerte del Papa Francisco el pasado lunes, Hugo Morelli revive esos años de amistad con gratitud. “Fue una persona generosa. Jamás dijo que no. Le pedían bendiciones para familiares enfermos y siempre respondía”, cuenta.

Su último deseo era morir sin dolor y con conciencia, algo que no pudo cumplirse. “Murió dormido. No tuvo la posibilidad de hablar con Dios como quería. Pero se fue en paz”, expresa. Para Morelli, la pérdida es profunda: “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío. Así fue con él. Se fue y no volverá”.

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