“La invención de Morel”: una joya literaria que desborda la ciencia ficción

Adolfo Bioy Casares firmó con esta breve y potente novela uno de los hitos de la literatura fantástica del siglo XX. Una historia de amor, misterio y filosofía que sigue desafiando a lectores y cineastas por igual.

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La novela que imaginó lo inimaginable

Hay libros que envejecen. Otros, como “La invención de Morel”, parecen escritos para el futuro. Publicada en 1940, esta novela breve del argentino Adolfo Bioy Casares —prologada con entusiasmo por Jorge Luis Borges— despliega una trama que parece diseñada para nuestro siglo, aunque fue concebida cuando aún faltaban décadas para que conceptos como la realidad virtual o la inteligencia artificial se instalaran en el debate público.

Lejos del futurismo estridente,  “La invención de Morel” se inscribe en una ciencia ficción filosófica, existencial, con una prosa elegante y contenida. Desde las primeras páginas, el lector es transportado a una isla enigmática, donde lo real y lo ilusorio comienzan a fundirse de forma inquietante. A través de la mirada de un narrador fugitivo y solitario, Bioy nos sumerge en un clima de extrañamiento creciente, donde cada elemento tiene peso simbólico.

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La novela no necesita extensas descripciones ni mundos recargados para generar su efecto: alcanza con un escenario cerrado, una atmósfera densa y una presencia que fascina al protagonista y al lector por igual. A medida que el relato avanza, lo que parecía ser una narración de supervivencia se transforma en una meditación profunda sobre la percepción, el amor y la eternidad.

El lenguaje de Bioy es sobrio, eficaz y engañosamente simple. Cada descripción encierra una dualidad: lo que parece real es artificial, y lo que parece vida es una trampa técnica. Esta ambigüedad estética ha sido un reto constante para sus adaptadores cinematográficos.

Una lectura que estimula la mente

Lo que hace única a  “La invención de Morel” no es solo su originalidad argumental —que ha sido fuente de inspiración para obras cinematográficas de culto—, sino también su arquitectura literaria: precisa, sobria y cargada de resonancias filosóficas. Bioy no subestima al lector: le propone una experiencia estética e intelectual, una lectura que desafía sin abrumar, que inquieta sin necesidad de estridencias.

Es también una obra que puede leerse en una tarde, pero cuyas ideas quedan rebotando mucho tiempo después del punto final. Y eso es, quizá, lo que define a los clásicos: su capacidad de proyectarse más allá de su época y seguir interrogando a nuevas generaciones desde distintas plataformas, lenguajes y contextos.

 Ideal para lectores que buscan más que una historia

 “La invención de Morel” es una novela para lectores curiosos, para quienes disfrutan de los límites difusos entre la realidad y la imaginación, y para quienes creen que la literatura, como la ciencia, puede ser una forma de explorar lo invisible.

Es también una excelente puerta de entrada al universo de la literatura fantástica rioplatense, tan rica en ideas como en estilo. Un libro que no necesita revelar su trama para dejar huella.

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¿Es filmable lo inasible?

Uno de los grandes dilemas al adaptar  “La invención de Morel” es su densidad filosófica. La tensión no reside en la acción, sino en la comprensión progresiva del fenómeno. Los desafíos técnicos para representar la superposición temporal de imágenes, sin perder la carga emocional del texto, requieren de un lenguaje cinematográfico que combine el arte con la ciencia, algo que pocos han logrado con éxito.

Tal vez por eso, la novela sigue generando adaptaciones parciales, homenajes o inspiraciones más que versiones literales:

  •  “La invención de Morel” (Italia, 1974, dir. Emidio Greco)
  •  Influencias reconocidas en: “L'Année dernière à Marienbad”, “Lost”, “Black Mirror”, “The Matrix”

Lecturas recomendadas si te gustó “La invención de Morel”

  1. Jorge Luis Borges – "Ficciones": Una colección de relatos breves donde la realidad se pliega sobre sí misma. Borges fue el mayor admirador y promotor de esta novela, y su influencia es mutua.

  2. Italo Calvino – "Las ciudades invisibles": Prosa lírica y conceptual sobre ciudades imposibles y memorias frágiles. Como Bioy, Calvino construye mundos que son metáforas del pensamiento.

  3. Stanislaw Lem – "Solaris": Ciencia ficción introspectiva y filosófica. Al igual que Bioy, Lem explora los límites del conocimiento y la percepción a través de un escenario misterioso.

  4. Philip K. Dick – "Ubik": Una realidad inestable y personajes que dudan constantemente de su entorno. Ideal para quien quedó intrigado por las capas temporales en  “La invención de Morel”.

  5. Silvina Ocampo – "La furia y otros cuentos": Compañera literaria de Bioy y Borges. Sus cuentos exploran lo fantástico con una crueldad sutil y poderosa. Ideal para ampliar el panorama rioplatense.

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