Historias de Norma: relatos de una vecina con mucho para contar - Episodio 5

Conversaciones cotidianas, anécdotas y reflexiones desde la mirada de Norma, una vecina jubilada que encuentra en las palabras una forma de conectar con los demás.

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Mabel Grillo nos presenta a Norma, una narradora espontánea que comparte historias de la vida cotidiana con un toque pedagógico.
Norma es una de esas vecinas que siempre tiene una historia para contar. Desde que se jubiló, ha convertido las charlas con amigos, vecinos y desconocidos en una especie de ritual diario. Con un espíritu generoso y la intención de entretener—y quizás también de enseñar—Norma nos trae relatos llenos de vivencias, emociones y reflexiones.

En este espacio, Mabel Grillo nos introduce en el universo de Norma, donde las anécdotas se entrelazan con la realidad y nos invitan a escuchar otras voces, aquellas que muchas veces no encuentran lugar en los medios. A continuación, el primer episodio de esta serie de relatos: "Se fueron las visitas de verano".


Historias de Norma 

Mabel Grillo 

[email protected] 

Norma es una vecina más, de acá, de donde nosotros vivimos. Ahora que  está jubilada, le gusta conversar y suele invertir bastante tiempo en charlas diarias, sobre  el tema que sea, con vecinos, amigos y cualquiera que se le acerque. En este espacio, nos  contará esas charlas y algunas de sus experiencias cotidianas. Dice que lo hace porque  desea entretener a quienes no tienen tiempo de hablar con los demás. Como la conozco y  sé que toda su vida fue docente sospecho que también tiene un objetivo pedagógico.  Desea que entendamos un poco mejor las ideas de quienes no tienen espacio en los medios  o en otros escenarios de la vida pública.  

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Norma cuenta 

Episodio 5

Terminaremos igual que las grandes ciudades? 

Le robaron la bicicleta a Don Tomás, el almacenero de la esquina. La había  dejado cerca de la puerta del negocio, un lugar que es visible desde adentro  del local. No se preocupaba por mirar seguido para cuidarla, ni por  preguntarle a sus clientes si la veían, porque estaba tranquilo; hace más de  veinte años que vive en el barrio y nunca, nunca, le robaron nada. Debe ser  la tercera o cuarta bicicleta que tiene, siempre la deja en el mismo lugar, y es  la primera vez que le pasa. La usa seguido porque le gusta salir a pasear  tempranito y a la tardecita; dice que le hace bien porque es el único ejercicio  que hace; además, le gusta recorrer la ciudad, encontrarse con gente distinta  a la de su barrio y, cada tanto, parar a charlar. Con la gente del vecindario  habla todos los días en el negocio y, cuando no hay otras personas esperando,  se entretiene charlando hasta que aparece el próximo cliente. Aunque le gusta  conversar y siempre tiene tema, Don Tomás es activo y rápido en la atención.  Lo que no me gusta mucho de sus charlas es que para él siempre su negocio  es el más barato en “veinte cuadras a la redonda” -dice- y no estoy segura  que sea así, aunque lo entiendo, el defiende su almacén. Todos haríamos lo  mismo.  

Pero volvamos al robo, yo me enteré hará quince minutos, no más, y me vine  a contárselos rápido antes que lo digan por la radio y me saquen la primicia.  A mí me lo contó María, la empleada que ayuda en los quehaceres  domésticos a Don Tomás y su esposa. Pasaba por acá, me vio y me preguntó 

si sabía lo que había pasado en el barrio. Como le dije que no, me contó los  detalles del asunto. Parece que Don Tomás se dio cuenta cuando cerró el  negocio para ir a almorzar; dice María que al principio pensó que se la había  llevado Carlitos, el muchacho que le hace los mandados y, a veces, cuando  alguien lo pide, lleva mercaderías a domicilio. Aunque dice que le resultaba  extraño porque cuando Carlos la necesitaba se la pedía y esta vez no lo había  hecho. No obstante, rápidamente, le habló por teléfono y no, no se la había  llevado. Me contó María, que Don Tomás no podía creerlo, cómo podía ser  que ni él ni nadie haya visto cuando se la robaron?. Pero era así, la bicicleta  no estaba más.  

Yo pienso que los robos han aumentado en los últimos tiempos. Todas las  personas con las que uno habla sobre el tema piensan lo mismo. La duda es  si aumentó tanto acá o estamos sensibilizados con el tema porque vemos los  noticieros de Buenos Aires y allá sí que es una tragedia. Todos los días  mueren dos o tres personas, entre víctimas y delincuentes. A mi me dan pena  todos; por supuesto, más pena me dan las víctimas que mueren de un tiro o  apuñaladas, muchas veces asesinadas por un ladrón que les roba unos pocos  pesos o el celular. Pero, la verdad, también me dan pena esos delincuentes  de 15 o 16 años porque pienso que si salen a robar es porque no han tenido  educación, comida, abrigo o una familia que los contenga y les de cariño,  que les haya enseñado a respetar la vida. Pero éste es otro tema. Lo que es  seguro es que todo esto es muy triste. Nosotros, por suerte, acá todavía no lo  vivimos pero espero que las autoridades estén ocupándose del tema porque,  por las noticias que recibimos, han aumentado los robos de autos y de casas  de familia. Además, así como a Don Tomás le robaron la bicicleta, días atrás  leí que a una señora el robaron la cartera en la calle, cerca del puente de  hierro. Espero que esto pueda detenerse a tiempo y nunca lleguemos a  parecernos a lo que vemos por televisión todos los días. 

Leé los episodios de Historias de Norma:

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